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Por otro, las placas solares son muy silenciosas, no producen ningún residuo, no necesitan ningún otro recurso natural que no sea el sol y además aumentan el valor y precio de las viviendas.
Aunque no todo es perfecto. Es verdad que el suelo no se ve afectado en la llevada a cabo de instalaciones fotovoltaicas en vivienda, puesto que suelen colocarse en las cubiertas o tejados. En cambio, en las grandes instalaciones sobre terreno sí puede dañarse el suelo al perforarlo e introducir materiales como hierro u hormigón para instalar la estructura sobre la que irán los paneles.
Estos daños pueden evitarse con procesos no invasivos: se allana el terreno y se colocan contrapesos sobre los que se acoplan las placas, sin ningún tipo de perforación.
¿Qué método es mejor? Pues depende del tipo de suelo.
Si el terreno es cultivable, en Acquaener apostamos por la energía agrovoltaica, que busca la máxima sinergia entre la energía fotovoltaica y la agricultura. Este tipo de energía permite que los paneles solares convivan con los cultivos en una misma superficie. En este caso sí se dejaría huella en el terreno, pero se compensaría con la producción de energía y alimentos.
En cambio, si el terreno es de secano y no sirve para cultivo, puede llevarse a cabo la instalación de forma no invasiva. Teniendo en cuenta que ese suelo no puede aprovecharse para plantar y no se va a sacar ningún beneficio moviendo la tierra, lo mejor es respetar la superficie y hacer la instalación sin invadir ni modificar la biodiversidad que yace sobre ella.
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